Homenaje a Poe
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Homenaje a Poe
El Cuervo
En una lúgubre noche, en la que meditaba soñoliento ante la lucida
pantalla de mi ordenador, oh! ventana global de tremebunda atracción, y
mientras mis enrojecidos ojos pedían con su lamento un descanso
merecido, pude escuchar un leve crujido, que parecía llamar a la puerta
de mi hogar.
¿Quien será? me pregunte. En esos días la tristeza me embargaba, por la
perdida de mi amada, mi preciosa y radiante amada, la cual al móvil no
volveré a llamar. En esas noches el arrojo propio de otras épocas no se
encontraba muy floreciente en mí, y el leve, vago y monótono rumor de
la lluvia y el viento, me llenaban de terrores fantásticos. Para calmar
los latidos de mi corazón me levante y me dije: tranquilo no será nada,
imaginaciones tuyas y nada más.
Me sentía mejor, así que entonces sin vacilar, me dirigí presto a la
puerta de mi morada y la abrí de par en par, y ¿qué es lo que vi?
¡Las tinieblas y nada más!
Escudriñando con atención estas tinieblas, durante mucho tiempo quedé
lleno de asombro, de temor, de duda, soñando con lo que ningún mortal
se ha atrevido a soñar, pero el silencio no fue turbado y la movilidad
no dio ningún signo, lo único que pudo escucharse fue un nombre
murmurado el nombre de mi amada. Era yo el que lo murmuraba y, a su
vez, el eco repitió este nombre.
Eso y nada más.
Vuelvo a mi habitación, y sintiendo toda mi alma abrasada, no tardé en
oír de nuevo un golpe, un poco más fuerte que el primero. Seguramente
(me dije), hay algo en las persianas de la ventana. Veamos qué es y
exploremos este misterio: es el viento, y nada más
Abrí la ventana y con un tumultuoso batir de alas, entro un tremendo
cuervo, con aire señorial. No saludó, no se paró y ni un minuto vaciló.
Solo entró, y encima de mi armario se instaló y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano indujo en mí una sonrisa. ¿Como te
llamas ave salida de las entrañas de la noche? El cuervo exclamó:
¡Nunca más!
Su respuesta me extraño, ya sea porque el animal hablara, ya sea porque
entendía mi cansado hablar o ya sea que no era muy común que un hombre
viera encima de su armario a un cuervo llamado
¡Nunca más!
Pero el cuervo, solitariamente posado sobre el sólido armario, no
pronunciaba más que esas palabras, como si en ellas difundiese su alma
entera. No pronunciaba nada más, no movía una pluma, hasta que comencé
a murmurar débilmente: Otros amigos ya han volado lejos de mí, hacia la
mañana, también él me abandonará como mis antiguas esperanzas.
El pájaro dijo entonces:
¡Nunca más!
Estremeciéndome al rumor de esta respuesta lanzada con tanta
oportunidad, exclame: Seguro que es un truco que le enseñó algún
truhán, que le hacia repetir sin descanso este melancólico estribillo:
¡Nunca, nunca, nunca más!
De esta manera, soñando, haciendo conjeturas, pero sin dirigir una
nueva sílaba al pájaro, cuyos ardientes ojos me quemaban ahora hasta el
fondo del corazón, trataba de adivinar eso y más todavía, mientras mi
cabeza reposaba sobre la cama la cual la cabeza que mi amada, no
oprimirá ya, ¡ay, nunca más!
¿Existe alguna curación para este dolor que me encadena el alma? Y el cuervo dijo:
¡Nunca más!
¿Podré volver a abrazar a mi amada? ¿Besar sus labios y disfrutar de su belleza angelical? Y el cuervo dijo:
¡Nunca más!
¿No?, pues abandona esta, mi morada, y piérdete en la oscuridad de la
noche de la cual no debiste salir y déjame aquí, languideciendo en mi
soledad. Y el cuervo dijo:
¡Nunca más!
Y el cuervo, inmutable, continúa instalado allí, sobre el robusto
armario de roble, precisamente al lado de la puerta de mi habitación, y
sus ojos se parecen a los ojos de un demonio que sueña, y la luz de la
lámpara, cayendo sobre él, proyecta su sombra en el suelo, y mi alma,
fuera del círculo de esta sombra que yace flotante sobre el suelo, no
podrá volver a elevarse.
¡Nunca más!
En una lúgubre noche, en la que meditaba soñoliento ante la lucida
pantalla de mi ordenador, oh! ventana global de tremebunda atracción, y
mientras mis enrojecidos ojos pedían con su lamento un descanso
merecido, pude escuchar un leve crujido, que parecía llamar a la puerta
de mi hogar.
¿Quien será? me pregunte. En esos días la tristeza me embargaba, por la
perdida de mi amada, mi preciosa y radiante amada, la cual al móvil no
volveré a llamar. En esas noches el arrojo propio de otras épocas no se
encontraba muy floreciente en mí, y el leve, vago y monótono rumor de
la lluvia y el viento, me llenaban de terrores fantásticos. Para calmar
los latidos de mi corazón me levante y me dije: tranquilo no será nada,
imaginaciones tuyas y nada más.
Me sentía mejor, así que entonces sin vacilar, me dirigí presto a la
puerta de mi morada y la abrí de par en par, y ¿qué es lo que vi?
¡Las tinieblas y nada más!
Escudriñando con atención estas tinieblas, durante mucho tiempo quedé
lleno de asombro, de temor, de duda, soñando con lo que ningún mortal
se ha atrevido a soñar, pero el silencio no fue turbado y la movilidad
no dio ningún signo, lo único que pudo escucharse fue un nombre
murmurado el nombre de mi amada. Era yo el que lo murmuraba y, a su
vez, el eco repitió este nombre.
Eso y nada más.
Vuelvo a mi habitación, y sintiendo toda mi alma abrasada, no tardé en
oír de nuevo un golpe, un poco más fuerte que el primero. Seguramente
(me dije), hay algo en las persianas de la ventana. Veamos qué es y
exploremos este misterio: es el viento, y nada más
Abrí la ventana y con un tumultuoso batir de alas, entro un tremendo
cuervo, con aire señorial. No saludó, no se paró y ni un minuto vaciló.
Solo entró, y encima de mi armario se instaló y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano indujo en mí una sonrisa. ¿Como te
llamas ave salida de las entrañas de la noche? El cuervo exclamó:
¡Nunca más!
Su respuesta me extraño, ya sea porque el animal hablara, ya sea porque
entendía mi cansado hablar o ya sea que no era muy común que un hombre
viera encima de su armario a un cuervo llamado
¡Nunca más!
Pero el cuervo, solitariamente posado sobre el sólido armario, no
pronunciaba más que esas palabras, como si en ellas difundiese su alma
entera. No pronunciaba nada más, no movía una pluma, hasta que comencé
a murmurar débilmente: Otros amigos ya han volado lejos de mí, hacia la
mañana, también él me abandonará como mis antiguas esperanzas.
El pájaro dijo entonces:
¡Nunca más!
Estremeciéndome al rumor de esta respuesta lanzada con tanta
oportunidad, exclame: Seguro que es un truco que le enseñó algún
truhán, que le hacia repetir sin descanso este melancólico estribillo:
¡Nunca, nunca, nunca más!
De esta manera, soñando, haciendo conjeturas, pero sin dirigir una
nueva sílaba al pájaro, cuyos ardientes ojos me quemaban ahora hasta el
fondo del corazón, trataba de adivinar eso y más todavía, mientras mi
cabeza reposaba sobre la cama la cual la cabeza que mi amada, no
oprimirá ya, ¡ay, nunca más!
¿Existe alguna curación para este dolor que me encadena el alma? Y el cuervo dijo:
¡Nunca más!
¿Podré volver a abrazar a mi amada? ¿Besar sus labios y disfrutar de su belleza angelical? Y el cuervo dijo:
¡Nunca más!
¿No?, pues abandona esta, mi morada, y piérdete en la oscuridad de la
noche de la cual no debiste salir y déjame aquí, languideciendo en mi
soledad. Y el cuervo dijo:
¡Nunca más!
Y el cuervo, inmutable, continúa instalado allí, sobre el robusto
armario de roble, precisamente al lado de la puerta de mi habitación, y
sus ojos se parecen a los ojos de un demonio que sueña, y la luz de la
lámpara, cayendo sobre él, proyecta su sombra en el suelo, y mi alma,
fuera del círculo de esta sombra que yace flotante sobre el suelo, no
podrá volver a elevarse.
¡Nunca más!
Javi- Mamá Micho
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Edad : 40
Localización : A 20 Kilometros de Tijuana
Fecha de inscripción : 07/04/2008
Re: Homenaje a Poe
ohsies!!
Homer's theme.
Homer's theme.
Fuste- Gatiti Mamador
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Localización : Malaga
Fecha de inscripción : 14/04/2008
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